lunes, 18 de agosto de 2008

Capítulo 22

Se despidieron con un beso. Fue un beso muy tierno. Patris cogió el coche y puso rumbo a casa. Todo el camino se lo pasó llorando, dándole vueltas a la cabeza y pensando cómo Anne había sido capaz de ponerle los cuernos. Y cómo había sucumbido cuando empezó a besarla. No debería haberlo hecho. Pero se le nublaron las ideas, la razón y se dejó llevar. No tenia que haber permitido que pasara. Ella no era así. No, no lo era. No estaba contenta.
Anne cuando llegó a casa después de felicitar a sus padres se metió en la habitación. Empezó a pensar. Se arrepentía de todo lo que había hecho. De haberle puesto los cuernos a Patris, de haberse enrollado con Bea. Se preguntaba qué iba a pasar a partir de ahora. Patris había sido muy clara, a partir de ahora, no iban hablar más. Anne no se lo podía creer que después de amarse otra vez, le hubiera dicho eso. Sabía que Patris era muy cabezota y cuando se metía una cosa en la cabeza, no daba su brazo a torcer. Aunque esperaba poder hablar con ella esa misma noche, cuando Patris llegara a casa.
Patris llegó a casa. Dejó la bolsa en el suelo de su habitación y se echó en la cama. Cogió el móvil para llamarla, seleccionó su teléfono pero cuando iba a apretar el botón verde decidió no llamar. Tiró el móvil en la cama y cerró los ojos. Qué tenía que hacer? No podía conciliar el sueño. En su mente aparecía una y otra vez la imagen de Anne besándose con Bea. Y cada vez que le venía esa imagen a la cabeza sentía un pinchazo en el corazón. Un par de horas más tarde logró conciliar el sueño.
Anne seguía despierta. Cada medio minuto miraba el móvil. No la llamaba. Estaba tentada a llamar ella pero no se atrevía. Patris había sido muy clara. Pero no lo pudo resistir. Cogió el móvil y la llamó. Le daba tono pero nadie descolgaba el teléfono. Anne escuchó diez tonos y se decidió a colgar. Estaba claro que Patris no quería hablar con ella.
Patris se despertó al oír el móvil. Lo cogió. Miró quien era pero no descolgó. El móvil seguía sonando pero ella no lo descolgaba. Lo miraba fijamente. Sintió el impulso de descolgarlo, pero lo pensó dos veces y decidió no hacerlo. No, tenía que ser fuerte. Tenía que resistirse.
Anne lo volvió a intentar pero de nuevo no obtuvo respuesta. Así que lo apagó e intentó quedarse dormida. No podía y no dejaba de dar vueltas a la cama. Al final rendida por el sueño se durmió.
Amaneció lloviendo. Patris se despertó y miró el móvil para ver qué hora era. Vio que tenía otra llamada perdida de Anne. Se levantó de la cama. Se fue al baño y se duchó. Se fue a la cocina, se preparó una taza de cola-cao y unas tostadas para desayunar. Pero no podía, tenía hambre pero ni el cola-cao ni las tostadas le pasaban. Sin darse cuenta las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Estaba pensando en Anne. Anne... su amor... la chica que le había robado el corazón se lo acababa de destrozar.
Anne se despertó. Eran las once. Cogió el móvil y llamó a Patris. Siguió sin obtener respuesta. Se decidió a escribirle un sms. No sabía qué ponerle. Al final se decidió:
“Hola, por favor, necesito hablar contigo. Saber que estás bien. Sólo contéstame para saber que lo estás. Lo siento, lo siento de verdad. Te quiero”.
Patris escuchó el sonido del móvil, sabía que había recibido un sms. Se fue a la habitación y cogió el teléfono. Lo leyó pero no lo contestó.
Anne a los diez minutos de no obtener respuesta, le volvió a enviar otro sms:
“Cielo, por favor, contéstame, aunque sea hazme una perdida para que sepa que estás bien. Necesito saber que estás bien. Por favor”.
Patris recibió el sms y lo leyó. No sabía que hacer. Quería contestarlo, su corazón se lo dictaba, pero la razón le decía que no. Que tenía que cumplir lo que había decidido y no era otra cosa que estar una temporada sin hablar con Anne.
Anne estaba nerviosa, inquieta. Patris seguía sin contestarle. Decidió llamarla a casa. Igual así sí que le cogía el teléfono. Y la llamó. Patris descolgó el fijo.
- Sí, diga?
- Patris... soy Anne.
- Dime –le contestó seca-.
- Sólo quería saber si estabas bien. Después de que te marcharas de Zaragoza no he sabido nada de ti. Si habías llegado bien a casa. Anoche te llamé varias veces y no me respondiste.
- Anne, ya te dije que no iba hablar más contigo. Que necesito tiempo para pensar, para pensar en todo lo que ha sucedido.
- Patris por favor...
- Anne, ya te dije que no íbamos a hablar. Ahora voy a colgar.
- Patris por favor... no me ignores.
- Anne, adiós.
- Patris, Patris... no cuelgues por favor.
- Anne, adiós.
Después de decirle adiós, colgó. Anne estaba deshecha. Quería pedirle perdón que todo había sido una equivocación y que lo sentía. Que le diera otra oportunidad. Pero Anne no sabía que Patris no estaba dispuesta a hacerlo. Quería olvidarla. Quería que el dolor que sentía en su corazón desapareciera de un plumazo. Sabía que iba a ser complicado conseguirlo, pero lo tenía que hacer.

2 comentarios:

AAN dijo...

Me gusta tu estilo, tan fresco y natural, sin aditivos innecesarios.

Besito. Por cierto, ya me he reconciliado con el castellano ;)

Suassi dijo...

Bueno, intento ser natural como la vida misma, no me gustan ni los aditivos ni los conservantes. Así soy yo, y ya no puedo cambiar, ni tampoco quiero.

Muchas gracias, y lo digo de todo corazón, por el cumplido. Posiblemente uno de los mejores que me han hecho (que en realidad han sido tres o cuatro, eh!)

Lo dicho, muchas gracias. Y gracias por reconciliarte con el castellano.

Besitos