domingo, 7 de septiembre de 2008

Capítulo 26

La madre de Anne se fue a la cocina. Se sentó en la mesa. Cogió el móvil, dudó durante un instante. Y marcó el teléfono de Patris.
- Sí, diga?
- Hola.
- Hola.
- Eres Patris.
- Sí, soy yo.
- Perdona, soy la madre de Anne.
- La madre de Anne? –le respondió sorprendida-.
- Sí.
- Y... cómo... cómo es que me llama? Le ha pasado algo a Anne. Está bien.
- No, no le ha pasado nada, pero no está bien. Está destrozada. Apenas come, apenas habla. Está sufriendo mucho.
- Ya.
- Patris, me ha contado lo vuestro. Me lo ha contado todo. Lo sé todo.
Patris no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Anne le había dicho a su madre que era lesbiana y también que habían estado juntas.
- Patris... sé lo que hizo. No tiene excusa pero está muy arrepentida.
- Ya.
- Patris, te puedo preguntar algo?
- Sí, claro.
- La quieres?
- Sí, la quiero con locura.
- Y entonces por qué las has dejado?
- Porque creo que era lo mejor.
- Lo mejor?
- Sí, lo mejor. Yo no puedo vivir con dudas. No puedo pensar que si no me coge el teléfono es que puede estar con otra. No sé si me entiende.
- Sí, te entiendo.
Estuvieron cinco minutos más hablando. Cuando colgaron Patris seguía sin dar crédito a lo que le acababa de pasar. Le había llamado la madre de Anne. Era increíble pero cierto.
Patris seguía dándole vueltas a la llamada de la madre de Anne. Nunca se lo hubiera imaginado. Muy mal tenía que estar pasándolo para dar ese paso y decírselo a su madre. Ella que no quería que lo supiera, que se enterada. Pero más sorprendida se había quedado con la llamada de su madre. Eso significaba dos cosas. Una que se lo había tomado a bien, que había entendido a su hija, y eso la alegraba, porque sabía que a partir de ahora, el hecho de no esconderse le iba hacer bien. Y la otra, que su madre tomara la decisión de llamarla. Eso la intrigaba mucho.
Estuvo dándole vueltas a la cabeza. No sabía que hacer. Así que decidió dormirse y al día siguiente ya tomaría una decisión.
Anne no sabía que su madre había llamado a Patris. Ni se lo imaginaba. Tan sólo sabía que se lo había contado todo. Que el dolor que sentía le había dado fuerzas para decírselo. Y por ese lado, estaba bien.
Se levantó de la cama, se duchó y fue a la cocina a desayunar. Allí estaba su madre. Anne la miró. Su madre le sonrió.
- Hola, cariño, qué tal estás?
- Bien... mamá...
- Dime.
- Yo... no sé...
- Tranquila, cariño. Me alegro de que hayas confiado en mí y que me lo hayas contado.
- Necesitaba hacerlo.
- Lo sé, imagino que ahora estarás más tranquila.
- No sé, es una sensación extraña. Por un lado me alegro de habértelo contado pero por otro estoy avergonzada.
- Anne, lo que hiciste no estuvo bien y lo sabes.
- Sí, lo sé y estoy muy arrepentida. Sabes...
- Dime.
- Me gustaría dar marcha atrás y borrarlo todo, todo lo que pasó en nochevieja.
- Me imagino, pero sabes que no lo puedes hacer.
- Sí, lo sé.
- Cariño, desayuna vale, ya verás como todo se arreglará.
- No, no lo creo mamá. No creo que haya solución. La he perdido para siempre.
Patris se levantó, se fue al baño y se duchó. Seguía pensando en la llamada de la madre de Anne. Por qué la había llamado, por qué. No sabía que hacer, sentía el impulso de llamar a Anne, porque que su madre le hubiera dicho que estaba mal la había dejado preocupada. La quería pero... No sabía qué hacer. Cogió las llaves de encima de la mesa y se fue a trabajar.
Anne salió de su casa tenía que ir a comprar pero no le apetecía. La verdad es que no le apetecía nada. Andaba por la calle. De repente se paró delante de un escaparate. Era el escaparate de una agencia de viajes. Miró los carteles que anunciaban viajes a Ibiza, París, Punta Cana... Entonces pensó que podría ir a ver a Patris. Que podría presentarse en su trabajo o en su casa. Pero de repente pensó que no lo podía hacer llegaría allí y Patris igual no quería ni verla. Estaba aturdida, quería hacerlo pero no sabía si era lo mejor o no.
Volvió a casa. Su madre estaba en la salita, mirando la televisión.
- Mamá puedo hablar contigo.
- Sí, dime.
- No sé cómo decírtelo. Es que he pasado por delante de una agencia de viajes y he pensado que igual podría ir a ver a Patris.
- Quieres ir a verla... pero Anne.
- Ya, ya lo sé, ella no quiere saber nada de mí.
- Eso es lo que me dijiste anoche.
- Sí pero necesito verla. Intentar convencerla de que estoy arrepentida. Quiero que me perdone, que me dé una segunda oportunidad.
- Lo sé, cariño, pero las cosas no son tan fáciles.
- Ya, pero me gustaría ir.
- Estás segura?
- Sí, segurísima.
- La vas a llamar para decirle que vas?
- No sé. Y si me presento allí sin decirle nada. Aunque...
- Qué?
- Que no sé si estará o no, si se ha tenido que ir fuera a ver algún partido de fútbol.
- Anne, si quieres ir tienes mi permiso. Pero no quiero que sufras y no sé si el viaje será para bien o para mal.
- Mamá, quiero ir. Tengo que arriesgarme.
- Bueno si quieres ir ves.
- Sí, iré.
Estaba decidida a ir. No sabía si llamarla para decirle que iba. Lo quería hacer pero al mismo tiempo tenía miedo de que si se lo decía, le dijera que no fuera.

5 comentarios:

Marigel dijo...

Waw! Emocionante, emocionantísimo.
Me gusta la técnica de relatar desde el punto de vista de cada una, sin que intervenga narrador: es muy ágil.

Suassi dijo...

Muchas gracias, marigel. Es que creo que así es más directo, que la cuenten ellas las propias protas.

Ah, a este paso tendré que espabilar y ponerme a escribir como una jabata porque si no dentro de poco no podré poner más capítulos!

Anónimo dijo...

k fuerte
k fuerte
k fuerte...
k interesante se esta poniendo esto(mas aun )
e hechado de menos la novela en mi retiro marginal tecnologico jiji

Anónimo dijo...

esto se pone interesante..aunque lo cierto es que siempre lo ha estado...enhorabuena!!!!

JD dijo...

Al menos despues de cagrala parece que luchay esto cada vez se pone mas interesante