lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 2

Andrea se despertó sobresaltada. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba sola. Estaba aturdida, no entendía qué había pasado. Poco a poco se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Sí, un sueño del que no le hubiera gustado despertar. Se levantó de la cama y se dirigió al baño para ducharse. Después de vestirse y de arreglar un poco la casa salió de casa.
Andrea no podía dejar de pensar en el sueño que había tenido. Nunca le había pasado nada igual. Parecía tan real. Siguió caminando por las calles de la ciudad. Sabía dónde tenía que ir pero iba sin rumbo.
Miraba los escaparates de las tiendas. De repente se paró delante del de una agencia de viaje. Se fijó en un cartel en el que ofertaban un crucero por el mediterráneo y sintió una extraña sensación. No lo pudo evitar y entró en la agencia. Esperó su turno. Una de las chicas de la agencia le hizo señas para que pasara y se sentara. Andrea así lo hizo. Se saludaron cordialmente. Pidió información sobre el crucero y después salió de la agencia.
Andrea tenía una pequeña empresa de eventos. Miró la agenda. Tenía que organizar una fiesta para una compañía internacional. Empezó los preparativos. Encargó el catering y el show que iba a hacer para la fiesta. Tras pasar toda la mañana trabajando salió a comer. Tenía poco más de una hora para hacerlo. Así que decidió ir a un bar que había cerca de su oficina para volver pronto.
Llegó a casa. Estaba muy cansada. Miró en su bolso y sacó el folleto del crucero. Cerró un momento los ojos y a su memoria volvió el sueño. Abrió los ojos y se quedó pensando. Después decidió que sí que iba hacer ese crucero. Era un viaje que siempre le había atraído. Así que se dijo para si misma que al día siguiente iría a la agencia para hacer la reserva. Andrea se preparó la cena y se puso la tele. Vio una película y después se acostó. Se quedó dormida.
Sonia seguía desnudando a Andrea. Tras despojarle de la camisa de seda empezó a desabrocharle los pantalones mientras la besaba. Las manos de Andrea acariciaban el cuerpo de Sonia mientras seguían besándose. Acabaron haciendo el amor.
Andrea se despertó excitada. Otra vez había soñado con la chica del crucero. Estaba desorientada. No sabía qué le estaba pasando pero le había gustado el sueño. Tras vestirse y salir de casa se dirigió directamente a la agencia de viaje.
Maite, la chica de la agencia de viajes, la volvió a atender. Le explicó todos los detalles del crucero y de las excursiones que podía realizar durante las diferentes ciudades en las que el barco iba a atracar.
Andrea llamó a una amiga y quedó con ella para comer.
- Hola Susana, cómo estás. Quedamos para comer?
- Sí claro.
- Vale, nos vemos a las tres en el restaurante.
A las tres Andrea acudió al restaurante donde había quedado con su amiga Susana. Cinco minutos más tarde llegó su amiga. Se saludaron cariñosamente. El camarero se acercó y les dio la carta. Tras ojearla pidieron.
- Cómo te van las cosas -le dijo Susana-.
- Bien como siempre. Y a ti?
- A mí bien, como siempre, ya sabes, en la academia.
- Este fin de semana tengo que organizar una fiesta para una multinacional.
- Vaya para una multinacional. Así que irá mucha gente, no?
- Sí, doscientas personas. La verdad es que estoy nerviosa.
- Nerviosa por la fiesta no me lo creo.
- No por la fiesta no Susana. Es que me está pasando una cosa muy rara.
- Qué te pasa?
- Llevo dos días teniendo el mismo sueño.
- Tienes pesadillas?
- Qué va! Todo lo contrario. Pero estoy un poco desconcertada.
- Por qué. A ver cuéntame.
- Llevo soñando que hago un crucero y que conozco a una chica y me lío con ella.
- Así que sueños eróticos, eh!
- Sí, la verdad es que sí. Pero....
- Pero qué
- Que no se repite lo mismo.
- Qué quieres decir
- Qué anoche soñé como continuaba el que tuve hace dos días.
- Vaya, así que sueñas por capítulos! Jo qué suerte!!!! Ya me gustaría a mi tener un buen sueño y que la noche siguiente seguirlo!
- Ya. Sabes he pasado por una agencia de viajes y he reservado un crucero.
- Qué has hecho qué
- Pues eso, reservar un crucero. Es que ayer iba paseando y me paré justo delante de un escaparate de una agencia de viaje. Había un cartel que ofertaba un crucero. El mismo del sueño.
- Y corta ni perezosa lo has reservado.
- Sí. Te parece mal
- No, no, qué va. Pero dime una cosa. Esperas encontrar en ese crucero a la chica de tus sueños?
- No sé. La verdad es que no sé por qué he reservado ese crucero. Pero no he podido frenar el impulso de hacerlo.
- Tú como siempre, tan impulsiva.
- Sí. Crees que debería volver a la agencia y anular la reserva?
- A ver, a ti te apetece hacer ese crucero.
- Sí, ya sabes que siempre lo hemos hablado. Sabes que siempre me ha hecho ilusión hacer un crucero por el Mediterráneo.
- Pues entonces no anules la reserva.
- No lo hago?
- No mujer! Si te apetece y sé que te apetece, aunque ahora más por la chica misteriosa, hazlo.
- No te burles de mí.
- Si no me burlo. Igual tus sueños son una señal.
- Una señal?
- Sí, igual tienes suerte y aparece de verdad el amor de tu vida. Y los sueños te dicen que lo hagas.
- No sé yo, la verdad. Pero todo es tan raro.
- Bueno, ya te digo, si te apetece hacer ese viaje, lo haces y ha está. Y lo que tenga que ocurrir pasará. Ya lo sabes.
- Sí, sí que me apetece.
Terminaron de comer y se despidieron. Andrea volvió a la oficina a seguir trabajando con los preparativos de la fiesta del fin de semana.
Esa noche no volvió a tener el mismo sueño. Se despertó un poco desencantada. Le hubiera gustado seguir soñando. Tampoco lo hizo en las sucesivas noches.
El sábado salió un día espléndido. Andrea estaba contenta porque el tiempo acompañaba. Así que lo que tenía pensado realizar en el jardín del hotel en el que iba a celebrarse la cena, lo podía hacer sin ningún temor al mal tiempo.
Poco a poco las personas que estaban invitadas en la fiesta iban llegando. Todo estaba saliendo a pedir de boca. Estaba contenta. El director general de la multinacional la había felicitado.
Salió al jardín a ver si allí todo estaba bien. De repente se dio cuenta. Allí estaba. Era ella, la chica del crucero. Se quedó parada. La observaba. Sí, no había ninguna duda, era ella.